No recuerdo el primer beso pero debía tener menos de siete años, a esa edad los niños juegan a cosas que no deben. Fué, debió ser, con un amigo de mi hermano, vecino del bloque, jugábamos al cuarto oscuro, a los médicos, a cogernos la mano por debajo de la manta. Su hermana, en una ocasión nos pilló y corrió a chivarse (la muy estúpida), entonces nuestras madres se enteraron y hablaban entre ellas como si fueran consuegras.
Fué entonces cuando mi vecino perdió todo el encanto.
Desde entonces me caen mal las niñas chivatas.
lunes, 9 de junio de 2008
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1 comentario:
Desengañada desde chiquita. Una tragedia. No es edad para suegras.
:)
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