Hoy me he sentado al borde del embarcadero y me he quedado un rato mirando al infinito. La clave de Sol estaba escondiéndose entre las olas hasta que desapareció. Amanecerá mañana. Estaba pensando en que nadié lo verá recien pintado, con las tablitas blancas reluciendo al viento.
Me sacó del sueño un escalofrío en los pies mojados. Me quedé mirándolos, suspendidos sobre el agua, mis pies...
Me tumbé, acomodé la espalda sobre mi nuevo suelo de espuma blanca y respiré sal. Un brillo de mis ojos se reflejaba en el cielo que empezaba a parecer un desierto de dunas azules y moradas.
Volví al silencio de la playa y empezó una música a nacer en algún lugar entre mi cabeza y mis dedos.
martes, 3 de junio de 2008
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