Algunas veces, por ese mecanismo de defensa al que llamamos olvido, dejo de tener presente cuales fueron mis errores y vuelvo a cometerlos como si no hubiese aprendido de ellos.
Miro hacia atrás y veo el camino por el que voy andando y me doy cuenta de lo bonito que sería haberlo recorrido disfrutando más del paisaje.
Entonces giro mi cabeza a izquierda y derecha y, si no mira nadie, doy un paso hacia el borde.
Pienso q no pasaría nada si diera otro paso mas hacia allá y lo doy.
Uno, dos, tres pasos, hasta q dejo de sentir el calor en las plantas de los pies.
En ese momento miro hacia el sendero del q me aparté y pienso - ¿por qué he tardado tanto tiempo en dejarlo?-.
Ahora no tengo guía, ni dirección, ni el calor del suelo traspasa la suela de mis zapatos. Ahora tengo la sombra de los arboles y puedo sentarme en una piedra si me canso. Y sentir el viento que sopla y me despeina.Desde aquí veo a la gente que vá por donde yo iba y creo, q si se pararan y miraran hacía atras, si vieran el paisaje que les rodea, darían un paso, dos, tres, hasta encontrarse, como yo, cubiertos sus pies con la hierba.
Y por ese nosequé al que llamamos memoria, me acuerdo del miedo que me da caminar sola.
Pienso -Mala suerte-.
Y vuelvo al camino.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario