Te contaré un cuento:
Una tarde, estaba despuntando la primavera, se cruzaron las miradas suspendidas. El Universo giró 2 grados y todo cambió o quizás el giro fué efecto del cambio.
Aquella mañana, la del cambio, amaneció como viene siendo costumbre por el lado derecho de la almohada.
Siguió amaneciendo siempre por el mismo lado día tras día tras día y así sigue, inmutable, la encantadora costumbre.
Una tarde, deberían estar nevadas ya algunas cumbres, se cruzaron las miradas extrañas. El Universo se paró en seco y todo cambió o quizás el cambio lo paró.
Aquella noche no salió la Luna, no hubo marea ni viento ni frío ni suelo ni cielo ni sueño.
Se quedaron despietos los ojos y los labios hasta que llegó el alba por el lado derecho del cuerpo.
Aquél día muchas palabras perdieron su significado pero no murieron. En cierto modo evolucionaron como el viento cambiante, como las nubes.
Otras seguieron pareciendo igual pero distintas.
Y las menos, amor, se hicieron más grandes.
Una mañana, cuando sea, volverán a cruzarse las miradas danzantes. El Universo esperará sin prisa con la certeza de la proximidad del cambio.
Y las risas sonarán a cascabeles y los brazos sonarán a bienvenida.
Y amanecerá, como ayer, como mañana, por el costado derecho de la vida.
Buenas noches.
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