Podría acomodarme a tus miradas furtivas, a tu sonrisa mal disimulada.
Al roce de tus labios, al olor de tu cuello, a sentir tu respieración cuando dormimos.
A la curva de tu espalda...
Podría esperarte eternamente para volver a acomodarme entre tus brazos y sentir tu piel.
martes, 3 de junio de 2008
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